«No es único en Francia, sino en el mundo», aseguró el expresidente François Hollande, quien en 2013 decidió construir cuatro «Ciudades de la Gastronomía» para celebrar «la comida gastronómica de los franceses», declarada en 2010 Patrimonio de la Humanidad.
Dijon, en el corazón de la Borgoña, concentra este saber en un sitio de 6.5 hectáreas, en el antiguo hospital del Santo Espíritu. «Es deslumbrante. Es un maridaje entre gastronomía, vino, cultura, pedagogía…», agregó Hollande.
Situado entre la ciudad y los viñedos, el recinto es el «kilómetro cero de la Ruta de los Grandes Vinos y está a las puertas del centro histórico de Dijon», señaló Jérémie Penquer, director de la valorización de los grandes proyectos de la localidad.
Cuatro exposiciones narran así la historia, la pastelería, los viñedos de Borgoña y el arte de cocinar. El sitio acoge dos restaurantes del chef con tres estrellas, Michelin Eric Pras, y una bodega que propone copas de 250 vinos diferentes. El complejo se completa con nueve tiendas de gastronomía, una «cocina experimental» con demostraciones de chefs, una escuela de vinos, etc.
La CIGV espera un millón de visitantes anuales en Dijon, una ciudad de 260,000 habitantes y que también acogerá en el futuro la sede de la Organización Internacional de la Viña y el Vino, un organismo intergubernamental.
El reto se anuncia duro, máxime cuando otra de las ciudades, la de la «alimentación y salud» de Lyon, cerró en 2020 al no lograr su objetivo de 300,000 visitantes anuales. Un proyecto revisado debe abrir sus puertas en 2023.
Las otras dos ciudades gastronómicas también enfrentaron escollos. La de Tours (centro), centrada en las «ciencias humanas y sociales», acaba de arrancar tras muchos giros y de la París-Rungis («alimentación sostenible») se aplazó a 2026.
Fuente: AFP
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